En el año 2002 recibí uno de los encargos más especiales de mi carrera como pintor, el embajador de Suiza de ese entonces me invitó a participar en una exposición de arte, organizada por la Cámara de Comercio Suizo –Peruano.
Quedé muy sorprendido al encontrar que mi lienzo debía ser el cuerpo de la escultura de una vaca a tamaño natural, todo un reto…
La temática que escogí giraba en torno a la escena de la vida en los Andes destacando su folklor, y actividades propias del pueblo andino.
También utilicé un elemento muy característico de la zona, el poncho representando en sus colores e iconografía todo el legado inca.
El éxito fue rotundo fue una de las obras más admirada y reconocida de la exposición.